[Drabble!Bio] [IVAN GORET BRAGINSKI] [2P]

[Corto drabble para entender, en esencia, la interpretación de dicho personaje.]
[Ivan 'Goret' (Burn) Braginski] [2P;Dark!Russia]


Tal vez era reaccionar innecesariamente.

Tal vez estaba cometiendo un error, quizás, podía ser. Pero todo podía ser, cualquier cosa podía pasar; sin siquiera notarlo el más bello vitral podía quebrarse en mil pedazos… Y era por eso que todo era efímero, que nada era concreto, que lo que fácil viene fácil se va.

Y todo venía fácil.

Cuando él deseaba, él tenía. Cuando él rechazaba, lejos terminaba el objeto de su desprecio. Le gustaba jugar así. De pequeño, la nieve podía ser el más impresionante artilugio.

En su mente, lo era.

En su mente, todo sigue siéndolo.

Era una muy difícil tarea, la aceptación. Era más fácil ser sordo, o ser mudo. O tal vez no tener sentido del olfato. Era más fácil ignorar los gritos, o dejar de oler el miedo. Solo que nunca podía dejar ver.

Si dejaba de ver, alejaba todo. Incluso quienes querían dañarle.

Era un observador. Silencioso, apenas comentando, era como apreciaba el mundo. Siempre condenado a mirar e imitar. Mirar y callar. Mirar y cuidar.

¿Cómo era que vería las sombras tras él, si no observando?

Se sentía seguro, en algo que era de él y de nadie más, sus ojos. El suelo, la gente, las sonrisas y las relaciones: Todas desechables. Inservibles.

En lo único en que podía confiar era en sus ojos.

Ver para creer.

La aceptación venía a la fuerza con esto, y aún le costaba, no lo digería. No le agradaba y no sabía reaccionar a esta.

Era que, simplemente, el mundo era mejor a su manera.

¿Qué era mejor, al final? ¿Nieve fría, inútil, blanca, hiriente? ¿O un castillo de cristal, de lujos, de divina decoración mejor que la francesa, para un imperio mejor que el estadounidense, con gente obediente y mejor que la oriental?

Sus ojos le decían que la realista era la primera opción.

Y era entonces que la nieve se transformaba en agua. Que, dura como el hielo contra la cara, al clavarse la realidad en sus ojos, él prefería que si las cosas no iban a su manera, era mejor que no fueran.

El fuego consumía con dificultad la nieve. Pero pronto toda se hacía agua. Lo que era una realidad se transformaba en otra, y solo con un mover de la muñeca, con un descuido de la mano y el fósforo encendido.

El fuego era violencia.

La nieve era el mundo.

Las llamas eran brazos. Porque solo con ellas lograba lo que quería, y en su triste invento de mundo, se sentía acogido y protegido por estas.

Y el agua seguía siendo el mundo. Seguía siendo las voces, escurridizas, las sombras, las flechas, las balas, las intenciones. Las miradas.

Porque seguían ahí; por mucho que quisiera protegerse de ellas con el fuego, aún acechaban.

Tal vez, solo tal vez, su negación, su desencadenamiento en la violencia, su terquedad, su actitud de niño obstinado que tendría que lo que desea, solo quizás, estaban mal.

Pero en su mundo, en sus llamas, en sus hermosas esculturas de nieve,

Estaba todo bien.