" De visita~ " [ Lovett ]

Estuvo largo rato tirado en el sofá de su casa pensando. No sabía bien cómo llegar a la casa del otro, en realidad no tenía la más mínima idea de cómo hacerlo. Ya que lo único que sabía hasta ahora era como llegar a la del Arthur normal... tan raro decir "el normal" pues no se veían muy diferentes, aunque claro, sus actitudes eran bastante distintas, sin mensionar la comida...
-Comida... -Susurró, en realidad tenía hambre, en su casa no había la mínima señal de comida, bueno si había, pero era para su coneja, obviamente. Pudo haber ido a comprar mas, pero pensó que lo más agradable sería ir a lo de su parcialmente nuevo amigo. O lo que sea que sea el inglés extraño que hacía ricos pastelitos cuando no estaban echos de cosas raras..

Se quedó un par de minutos pensativo, luego recordó algo del ático. Agh, un asqueroso, sucio, lúgubre y triste ático que también daba a la casa del otro. Si es que no recordaba mal, un escalofrío recorrió su espalda. Suspiró, no era que le costara meterse allí sino más bien la mugre con la que saldría. Sería uno o dos baños, pero técnicamente estaría en la casa del contrario, eso quería decir también que tendría que usar el baño del otro... el recuerdo del otro baño fue más que desagradable. Se maldijo, pero tenía que llevarse bien con el otro, no le agradaba para nada la idea de quedar como un mal agradecido, era buen chico, los héroes no faltan a sus palabras.

Se levantó del sofá y miró a su conejita, le dejó un par de zanahorias y comida suficiente junto con agua, no planeaba irse mucho tiempo, pero aún así, quería dejar todo preparado. Se fijó de que su casa estuviera limpia, claro. Salió fuera dejando un beso entre medio de las orejas y partió a la casa del británico. Su vestimenta era relativamente normal, no llevaba su chaqueta pero sí un canguro rojo y unos jeans algo gastados en la parte inferior. Al llegar dudó en tocar la puerta ¿Y si Arthur estaba en casa y no quería verlo? También cabía la posibilidad de que el otro no quisiera dejarlo pasar y por consiguiente no podría ver al otro, una idea llegó a su cabeza cuando se dio cuenta de que allí no había nadie. Sin problemas se metió a la casa del otro, no le costó por ser vándalo ni nada por el estilo, sino que las muchas películas y series de espionaje, detectives, y trucos mágicos estilo Las Vegas ayudaron. Luego de entrar procuró ser silencioso, no armar demasiado alboroto, al estar en el ático intentó esquivar las telarañas, tosió un poco del sucio polvo de allí, se re maldecía una y otra vez aquella determinación propia que aveces le hacía querer saber más, aún si tenía que ir a otro lugar bastante lejano para saberlo, miró a su alrededor, le incomodaba ese color sepia que parecía salía del aire, le recordaba su propio sótano.

Frente a él tenía todo lo que el inglés guardaba en el ático, mugre, MUCHA, y bastante vieja por decirlo de alguna manera, cielos, a los viejos si que les gusta guardar recuerdos, él también tiene los suyos claro pero en el sótano, no el ático, y tampoco eran taaaantos. Tomó aire y comenzó a buscar algo que le indicara donde estaba la casa ajena, entre polvos despejó una pared, descubriendo una puerta en ella. Parpadeó muchas veces ¿Para qué Arthur querría una puerta en su ático? Bleh, lo importante es que la curiosidad siempre podía con el americano, que terminó abriendo la puerta, la cerradura parecía forzada, raro. Pero no prestó mucha atención.

Extrañamente salió a otro ático exactamente igual, sólo que un poco... diferente, bueno a diferencia del otro parecía más vacío, sin tantos recuerdos, o si estaban, estaban un tanto más escondidos. Miró hacia atrás, a la puerta, la asomó un poco, no quería cerrarla, ademas del lado de adentro no había cerradura, también extraño, luego le preguntaría al otro. Trató de salir lo más rápido que pudo, ya se sentía demasiado sucio, distraído con su alrededor no notó que frente a él había una telaraña, bastante grande, o al menos eso sintió Alfred. Al sentir la repugnante textura de aquella telaraña no pudo más que dar un grito, rascando un poco su rostro para quitarla, Dios que asco, tomó su propia playera fregándose la cara un tanto /bastante/ desesperado.

- ¡ASCO! ¡Asco! ¡Iuu! -Ya con eso se le fue el hambre por unos diez días, o tal vez mas... quizá menos, porque cuando se sacudió la camisa se sentía tan sucio que el rugir de su estómago no le importó demasiado. Cuando llegara con el otro le daría unas buena clases de limpieza. Aclaró su garganta luego del patético grito 'heroico' -¿Arthur? ¿Estas ahí? Vine a visitarte, espero no te moleste que entre por tu mugroso y anti higiénico ático, es que no sabía por donde mas venir. -Alega mientras busca algún interruptor, había luz, pero muy poca, no quería terminar con el rostro en lo que seguro era otro sucio piso sin lustrar en años.

Los caminos de intermundos nunca fueron exactamente los más limpios, mucho menos si lo hacías atraves de la puerta localizada en un lugar tan olvidado de recuerdos dolorosos y dulces en un ático. Seguramente el lugar no olía más que a viejo y humedad mohosa, todo por las cajas llenas de recuerdos que el Inglés del primer mundo solía guardar, alejando las cosas que le daban un mal sabor de boca lo más lejos de él.

... Por eso también la entrada a su casa estaba en ese lugar ...

Su lugar del mundo no era muy diferente al del otro, solo había más orden en aquel ático casi vacío por completo. No tenía recuerdos que quisiera olvidar más que unos. Ahí ya hacían, siendo consumidos por el tiempo y el polvo, viejas pinturas de él junto a varios hombres y unas pocas mujeres, en casi todos debía portar un porte femenino. Las bodas arregladas habían ido y pasado por él para cuando estaban en las más grandes depresiones que pudo haber en Inglaterra.

Y por supuesto, la vieja puerta que parecía haber sido destrozada por un animal varias veces de su lado, no poseía cerradura. Solo se cerraba de un lado y todo eso por la ridícula idea de que podría dejarlo encerrado en su mundo para no verlo jamas. Pero eso nunca lo detuvo para ir a torturarlo con su existencia.

Para dar un ejemplo de la estructura de aquella vieja e infame casa, es del tipo en el que llama la atención de los curiosos y al mismo tiempo le daban mala espina. Siguiendo el viejo diseño de la Inglaterra victoriana; el techo tremendamente picudo, cuatro pisos y el ático sin buhardillas, con pórtico georgiano y revestimientos interiores dictados al gusto de la antigua época ya muy desgastados. La única casa que estaba alejada de las demás, sobre una pendiente y rodeado de espesos árboles.


Un poco ignorante de lo que sucedía a su alrededor, preparaba de manera calmada y hasta alegre las delicias monstruosas que preparaba todos los días. La masa se amoldaba perfectamente a sus masajes un poco duros, separando la masa después para rellenar con la carne. Su delantal parecía estar manchado de algo, una sustancia viscosa que ya había en pequeñas partes de la cocina, sobre todo de las viejas puertas que daban a su 'reserva de comida'.

En el comedor de colores blancos y pasteles un poco desgastados, sobre la mesa de hierro forjado y pintado de blanco con cristal, ya descansaban muchos postres y bebidas. Era como si hubiera una fiesta de té enorme, con colores dementes en la mayoría de los dulces, morbidos platillos de carne y cosas asquerosas que dejaban salir un olor dulzón por toda la casa, acompañando la música suave del clavicordio que se tocaba aparentemente solo.

Hubo un momento en el que se puso un poco tenso el ambiente, sonriendo mientras dejaba que se metiera la ultima bandeja de la comida que haría por ahora, saludando al pobre sujeto que ya estaba bien cocido. Era un horno enorme el que usaba.

- ¿Alfred? - llamó, creyendo escucharlo desde el ático y claro que era desde ese lugar. No había forma de que hubiera entrado por otro lado - No te muevas, iré por ti - se limpio las manos en el mandil, dejandolo a un lado y subiendo con lentitud hasta el lugar, abriendo la puerta - Wealcom my dearest~ -

Canturrea intentando distraerse en lo que el otro tarda en venir, por qué rayos tubo que salir de su limpia casa, bien. Miró a los lados, nada por aquí, nada por allá, hasta que... ¡Un mágico circulo luminoso en la pared! ....Bueno no exactamente. - ¡Una ventana! .. Al fin, pruevas de que no he muerto por un virus mortal no-heroico que habita en tu ático! - Afirmó alegre mientras se acercaba a la ventana y efectivamente miraba por ella evitando tocarla a toda costa, el vidrio para variar estaba sucio, al igual que los marcos gastados, pero qué mas daba, aquellos ... ¿Cuantos? ¿Diez minutos? Que había estado sin contacto con luz natural habían hecho que sintiera una leve claustrofobia.

...Claro si quitan que todo aquél lugar resultara extrañamente tenebroso de buenas a primeras, ése creppy-ático que no tenía cerradura por ese lado como las habitaciones de los lunáticos cuando no quieren que se escapen... horroroso. Espantoso. Y lo peor.. ¡Él estaba ahí! Intentaba pero realmente se le hacía muy MUY difícil ignorar ese olor a viejo apestoso de asilo, además que cinco minutos bastaban para que el americano ya hubiera revisado aquellas pocas cajas que había, lo había visto todo, bueno no todo, sino más bien visto de lejos y solo lo que no parecía contener virus mortal capaz de destruir su heroico organismo y atacar sus defensas naturales... oh ya empezaba a hablar de esas cosas que no entendía, demasiados términos médicos... ademas, ni siquiera estaba hablando, solo pesaba. Damn it Alfred, deja de pensar solo y concéntrate en Arthur que debe estar por venir para traerte lindos panquesitos de colores lindos como los que haces los cuatro de julio. ¡Ah, mejor aún, que lo lleve a esos panquesitos!

- Ruego que tu casa esté limpia Arthur, al menos tu sala, al menos éso pido... - Se murmuraba para sí mientras asomaba aún más si nariz a ver hacia la ventana. - Hay me siento en un cementerio, esto no me trae lindos recuerdos, la mayoría tiene zombies en él, Arthur ¿Qué haces? No sabía que también eras tan abuela para subir unas míseras escaleras... wait. ¿Eres un zombie? ¿VIENES A COMERME? - Ahora entendía todo, eran ideas suyas que sin razón aparente se había metido en su mente y lo había llevado hacia allá ...

Y también...

Se abofeteó luego de pensar eso y se sentó debajo de la ventana a esperar al contrario, era tranquilizarse o tranquilizarse. O eran demasiadas drogas por día o estaba claramente cada vez más estúpido, declinó ambas ideas ya que no era ni drogadicto y obviamente no era idiota. Echo un vistazo impaciente a la puerta. - ¡Veeeen! Moriré de soledad, soledad triste soledad, y de hambre ¡Mi estómago ruge como los mil demonios! - Chilla sintiéndose perro abandonado, como el histérico perro que invitan para luego abandonar en el sucio ático(?).


[-Respondeporquequiereypuede.- ono]