Hold my hand for a Moment { Priv. Hika }

Por los tiempos de los tiempos el mundo siempre había sido así. Debió haberlo asumido ya, toda su vida fue prácticamente educado para eso, tomar parte de el reinado, apoyando o guiando las ideas de su Rey para lo mejor de su reino, además de comprender que estaba destinado a casarse con esa persona, fuera quien fuera. Lo sabía, si, ¿Lo comprendía? Un poco ...¿y lo aceptaba? No, y es que apenas conocía a el próximo Rey pero ya lo detestaba, lo odiaba, le repugnaba la idea de tener que compartir el lecho con alguien después de jurarse promesas falsas en un altar ceremonial. Y que no le hablaran más sobre su obligación de hacer que el matrimonio fuera consumado lo más pronto posible, si era posible, en la primera noche que pasaran juntos. ¿Cómo lo haría si lo detestaba tanto?

Quizá se equivocaba con respecto a él, después de todo y como siempre, no le ha conocido bien. Solo tuvo encuentros con él y fue con acompañantes que no dejaban de hablar sobre los términos en los que quedaría la boda, como sería beneficioso para todos el que el Rey y la 'Reina' de espadas se unieran. Los únicos momentos "Íntimos" (e íntimos entre comillas por que realmente nunca estaban solos en ningún momento) solo habían cruzado unas frases vagas, aunque fue lo suficiente como para que se fijara que aquel que era próximo a ser el líder de tan poderoso reino (Junto a él, obviamente) no era más que un niño, un adolescente que apenas y había sido informado sobre lo que se le venía encima.

Ahogo de nuevo un grito desesperado, histérico. Apretaba su rostro contra la almohada fina rellena de las mejores plumas de ganso. Se sentía mal, no solo desesperado por que no faltaban más de doce horas para que la unión se realizara, si no irritado consigo mismo por que se había quebrado de nuevo aun cuando se dijo a si mismo que eso no sucedería jamas. Sus ojos hermosos, siempre comparados con enormes gemas verdes estaban ahora rojos por la fuerza con los que se los tallaba intentando, entre maldiciones sonoras el parar que las gruesas lagrimas brotarán sin mucho efecto.

- ¡Stop it! - Volvió a gritar. Con suerte había sido encerrado en su habitación y había ordenado el que nadie fuera a visitarle durante las siguientes horas ni aunque gritará. Estaba más que al borde su cordura y de una de las crisis de nervios más grandes que sufriría en su vida. Termino por sentarse debajo de la ventana, abrazando sus rodillas y poniendo su rostro contra sus piernas. Su respiración fue agitada varios minutos antes de volver a calmarse pero sin moverse de la posición en la que estaba.

El silenció quedo en su habitación, perturbador como cuando un moribundo deja de aferrarse a la poca vida que le queda para exhalar el ultimo aliento de su vida y callar para siempre. Un silencio solo interrumpido por el vago sonido que venía de afuera, anunciando a reyes de otros lugares que llegaban antes para ser testigos de esa ceremonia.