заўсёды на вашым боку [Priv. Goret]

Prendió un cigarro, mirando hacia la nada, aburrido. El tiempo que pasaba era tiempo malgastado sin su hermano, sin hacer algo, lo que fuera, presionar a Lukashenko, a Medvedev, a Putin, para que volvieran a ser uno como hacía ya tanto tiempo, incluso antes de la época rusa imperial, antes, cuando su mera presencia no era cosa de pánico por parte de su adorado hermano. Se frotó las sienes, claramente estresado. El ruso había escapado mejor que nunca esa vez, pero gracias a dios la última vez que le había podido knockear y le había llevado a Minsk, le había instalado un chip localizador en la nuca

Abrió el aparato parecido a un GPS que mostraba un punto exactamente bajo él. A pocos metros había una boca de alcantarilla, la tapa aún presionada, pero sabía que en cualquier momento Iván tendría que salir, le iba a atrapar y le obligaría a compensarle por el tiempo perdido. Ojo, a diferencia de su sestra, el no deseaba 'casarse' con Iván. Solo disfrutaba mucho de su compañía, fuera por la fuerza o no.

"Я спадзяюся, вы ведаеце, я заўсёды буду побач з табой, брат, назіраючы за вамі, за вамі ..." tiró la colilla de cigarrillo por ahí, largando el humo que había en sus pulmones, mirando, esperando "Вы ніколі не будзеце ў стане аддзяліць ад мяне"

(( Trad. Bielorruso: i hope you know i'll be always by your side, brother, watching you, following you... you'll never be able to separate from me ))

Por suerte, por la suerte de todo y por preocupación de la ciudad, la red de alcantarillas no estaba en un pésimo mal estado. No lo hacía cómodo, de todas formas, el andar huyendo, pasando entre rejillas y teniendo que mojar las botas en el agua sucia que salpicaba, como si fuera una rata cualquiera. En momentos así, de todas formas, desearía ser una rata o al menos un animal pequeño, para poder meterse donde el bielorruso nunca lo encontrara, en algún orificio claustrofóbico, pero seguro.

Me atraparía y dejaría en una jaula, de ser así.

Los pensamientos le hicieron frenar la marcha, puesto que más adelante el canal crecía y se dividía en dos túneles, y francamente no tenía ganas de salir por las afueras de la ciudad. No estaba cansado, por costumbre acostumbraba a huír (por cobarde que se sintiera de admitirlo), pero era suficiente. El pánico se mezclaba con indignación, sinceramente, estaba cansado de tener que estar tan atento a cualquier señal que diera su hermano por buscarlo.

Así que, más decidido, firme, y... francamente tenso, todavía, subió las escaleras más cercanas y empujó la tapa, con dos empujones, ya pudo apartarla a un lado lo suficiente para emerger a la claridad del día, que molestó un poco sus ojos, una vez que ya asomaba el torso del orificio.

Apenas se acostumbraron sus ojos a la luz, claro, vio las botas, la silueta y luego los ojos clavados en él, y sintió que quería arrepentirse completamente de la decisión de salir. Le perturbaba más, en ese momento, más que la presencia en sí del otro, la razón de esta. ¿Cómo era que le encontraba siempre? ¿Cómo sabía donde estaba? ¿Cómo podía seguirlo con tanta facilidad? Era meter un dedo en una herida que nunca sanó, le incomodaba de una forma que le daba histeria, incluso, y fue esta la que le motivó e impulsó a sentarse primero en el concreto de la calle, y mirar a su alrededor buscando el primer lugar por donde pudiera escapar.