[Privado/Rus Negro] Save a horse, ride a ruski~

¿Acaso había sido él el que le había dicho algo sobre el celibato? Bueno, si era así, simplemente no le importaba más en éstos momentos. Geez ¡Hace poco que se habían arreglado luego de varios días de peleas! Demasiada tensión como para más encima intentar empeorarla por cosas así ¿verdad? ¡Verdad! Y aquello no era una insinuación de que se encontrara desesperado o necesitado como algunos dirían, ¡CLARO QUE NO! Sólo… Eso. Asunto de fuerza mayor e intentar buscar la paz entre ambos por medio de ésta clase de acciones.

Asintió con firmeza antes sus pensamientos. Se miró al espejo, analizando su lista mental y pasando sus manos por cada elemento en ella ¿Sombrero? Sí ¿Cinturón con las esposas, su pistola réplica de la Guerra Civil y la cuerda? Sí ¿Chaqueta de sheriff reveladora? Oh, hell yeah. Sonrió ampliamente. Sí, estaba preparado, y debía admitir que se veía tan bien que de ser posible se clonaría sólo para darse a sí mismo. Sí, así de bien creía que se veía.

“Howdy, goo’lookin~ Have ya’ seen my purdy ruski?” Chasqueó su lengua. Se sentía un tanto extraña al hablar en su acento sureño, mucho más acostumbrado a hablar como lo haría cualquier neoyorkino, pero a pesar de su falta de práctica se sentía bastante conforme con el resultado. De todas maneras, no creía que Iván fuera a notar la diferencia… Y de ser así, no le importaba.

Miró el reloj reflejado en el espejo. Según sus cálculos, Iván no demoraría mucho en llegar del trabajo... O eso esperaba, porque honestamente se estaba muriendo de frío y esperaba que le diera una buena recompensa por tener que vestirse de aquella manera para él. No tenía planeado ir muuuy allá más que darle algún que otro show. Y’know, un baile en su regazo, varis mimos sugerentes… Y lo que ocurriera después de seguro que con los pocos elementos que traía encima serían suficientes para el cerebro fetichista de su esposo -como si él no poseyera uno-.

Sin contar, claro, que se tomó el atrevimiento de robarle unas botellas de vodka y la tubería que solía llevar siempre -¿Cómo mierda hacía para que no se le oxidara luego de tantos años? No tenía idea.-. Normalmente se molestaría con eso, pero no creía que fuera a quejarse mucho aquella vez. Abrió una de las botellas y tomó un ligero sorbo, el ardor traspasando rápidamente su garganta haciéndole fruncir su expresión a una mueca de asco. Oh well, por lo menos era bueno para soportar el frío…

Y en ese momento escuchó la puerta de la entrada seguidas por unas pisadas que hacían crujir el suelo de madera, su señal de partida. Rápidamente cerró la puerta de la habitación que compartían con tal fuerza que pudiera llamar la atención del soviético.

Sonrió largamente mientras se colocaba en posición, su corazón ya comenzando a latir de manera desbocada por la impaciencia a que éste le viera así. Tomó otro sorbo más del vodka antes de cerrar la botella y dejarla a un lado, junta con las demás. Ahora, sólo quedaba esperar.

Tipear, tipear, escribir en una hoja un numero, firmar otra hoja, , volver a tipear, revisar balances, revisar libros, revisar contratos, tipear, tipear y asi de vuelta, una y otra vez. Eso era el mínimo de la rutina de iván braginsky en su oficina del kremlin. Era tan aburrido ser una nación hoy en día, teniendo que limitar sus funciones a contador o algo parecido de su país, en vez de estar en el frente de batalla o yendo entre su gente, mirando que necesitaban

En un momento, suspiró y miró la ora, aburrido, y notó que, gracias a dios, ya era tiempo de irse. No tenia que guardar demasiado, salvo la laptop en su escritorio, que debía llevársela a casa y ponerla en una caja fuerte con una combinación de 10 dígitos debido a todos los documentos secretos de estado que había en ella- No, no estaba conectada a internet, era una medida adicional de protección, siempre que debía mandar cosas, lo llevaba en un pendrive a una computadora segura del gobierno y desde allí lo hacia.

Condujo hasta su casa, preparándose mentalmente para oir quejas o gritos de parte de su querido esposo alfrediano, y al no escucharlas, parpadeó, confundido "Fredka?" preguntó tentativamente, dejando la maleta en la caja fuerte. Colgó el abrigo en el perchero, y caminó escaleras arriba ¿Estaría durmiendo?

abrió la puerta de la habitacion, mas le valía estar alli, se estaba empezando a procupar... "Dorogoy, donde est--" okay. Debia de estar mirando mal.. Cerró la puerta de nuevo y volvio a entrar. Nope, lo mismo "Alfred?" si, estaba confundido, no se suponía que iban a estar célibes por un mes "..." oh bueno, a caballo regalado

"... Te ves bien" sonrió de lado, sonrojándose apenas un poco. oh, Alfred cowboy, su placer culpable... Maldito yankee que le conocía tan bien...
Se sentó a su lado, colocándole una mano en el muslo, acariciándole de arriba abajo, suavemente "Que te dio esta grata idea, malyutka?"

Ese momento incómodo en el que tu esposo entraba a la habitación mientras tú actuabas de manera completamente sexy y provocadora lamiendo su desgraciada tubería y terminabas siendo completamente ignorado ya que éste había cerrado la puerta en tu cara. Ya se había preparado para gritarle miles de incoherencias por su atrevimiento cuando simplemente notó que éste volvía a entrar y de manera definitiva. Una expresión perpleja adornaba el rostro de él de manera que le quedaba tan bien que parecía que había sido diseñado para esa expresión en su total plenitud.

Tal vez estaba exagerando, pero en verdad le gustaba la expresión de bobalicón que llevaba encima, cómo no podía apartarle la mirada… El ruso tenía un talento especial en hacerle sentir deseado. No hacía falta que éste intentara ocultarlo, sabía bastante bien que no perdía detalle de su apariencia actual.

“How-dy, honney~ ♥“ Le dio una última lamida y un ligero beso a la tubería que estaba siendo sostenida tan gentilmente entre su mano, casi con un cariño inexplicable, antes de apartar su rostro completamente de ella. Una risita invadió el ambiente, traviesa como podría provenir de cualquier niño. Un dedo se alzó tentativamente, realizando aquel gesto tan conocido mundialmente que le indicaba claramente que se acercara, que se colocara cómodo a su lado.

“I know I look goddamned good, sweety. But thanks anyway.” Se acurrucó cerca suyo cual gato doméstico complacido con su dueño por la caricia en su muslo, una sonrisa ladeada mientras sus ojos le miraban fijamente, expectante a cualquier acción que pudiera hacer. Cualquier tic involuntario, cualquier cosa que simplemente dijera o insinuara las cosas que podían estar pasando a través de aquella linda cabecita rusa suya.

“¿Qué me dio la idea? Oh, nothing special. I was just bored ya’know? thinkin’ about you and stuff.” Se recostó de espaldas en el colchón, una de sus piernas alzándose ligeramente para balancearse de manera vaga y distraída por el aire. “Y qué clase de sorpresa podía darte cuando regresaras a casa or something ¡Has demorado bastante! Eso quiere decir que estás teniendo mucho trabajo, right?” Su entrecejo se arruga, sus ojos azules resaltando… Pareciendo un poco más vivos, hasta con una pizca de inocencia palpable. Amaba ser tan buen actor.

Retomó el agarre en la tubería, llevándola contra su pecho con cuidado, abrazándola con suavidad… “My poor russian is all stressed out.” Soltó un ligero suspiro apresumbrado. “And I wanted to make him relax a little. What do ya’ think?”

Carraspeó sintiéndose extrañamente incómodo de pronto. Quizás era por la forma en la cual Alfred le miraba, tan inocente, recordando de esa forma, tanto por la vestimenta y por la actitud, una época que podría haber pasado por una de las mejores de su vida mas reciente. Oh Alfred, había sido siempre tan encantador, mocoso hipócrita, actor de primera. Pero lo adoraba así, ¿Que debería de hacer? No podía negársele todo el tiempo

"Así que quieres ayudar a quitarme el estrés?" alzó una ceja, para luego sonreír ligeramente al sentir el cálido tacto de la piel de Alfred contra su brazo "Da, Rossiya ha tenido muchísimo trabajo últimamente, es bueno que lo hayas notado" por un lado, podría convencerlo de dormirse más temprano los próximos días, así podía descansar. O que fuera una simple excusa para tener mas actividad sexual, que desde aquel incidente con su hermana había tenido lugar.

No Iván. No pienses en eso. Es agua pasada y Alfred lo siente muy profundamente. Además el no podría querer menos a Alfred por eso, aunque aun le dolía un poco el que lo hubiera hecho. Oh bueno, a lo pasado pisado, y mejor a concentrarse en como tendría aquel cuerpo bajo suyo, con aquellas ropas que no tapaban nada gimiendo y arqueándose placenteramente. Por él, solo por él, y por nadie mas. Por que nadie podría hacerle sentir como él lo hacía

Estaba empezando a sentirse un poco celoso de su propio objeto inanimado que usaba como arma, mirando las atenciones que estaba recibiendo de la nación americana "Muchas gracias por ser tan considerado...." se inclinó contra el otro rubio, poniendo ambas manos a los lados de la cabeza de Alfred

"¿Que tratamiento para el estrés tiene pensado mi pequeño cowboy?" murmuró contra los labios de Alfred, para después mordisquearle el labio inferior, tironéandolo un poco "Tendrás que trabajar mucho para sacarme toda la tensión que vengo acumulando, malyutka" una de sus manos se deslizó por su pecho con lentitud, trazando con la punta de los dedos los músculos ligeramente marcados

¡Y HASTA QUE AL FINAL HACÍA UN MOVIMIENTO! Ni sabía cuánto había pasado hasta que al final Iván había salido de su ensoñación para al fin pasar a la 'acción'. No era mucho, pero era mejor que nada... Y no estaba desesperado, antes de que siquiera piensen en insinuarlo. Not at all. En verdad simplemente quería, de una vez por todas, desterrar toda la maldita tensión que no se veía pero seguía estando allí, presente. Por su culpa. Y era su simple deber arreglarlo.

"It's my plesaure, darling. Don't worry~" Una ligera sonrisa, tímida, surcó su rostro. Se encogió sobre sí cuando le vio tan cercano suyo de repente, como si estuviera protegiéndose o evitando entrar en mucho contacto con él a pesar de que quería lo contrario. Oh, estando vestido de cowboy con él le traía... Varios recuerdos. De cuando era una colonia, mejor dicho. Los cuales mejor no los comenzaba a rememorar en esos instantes.

Se removió en la cama, un ligero quejido resonando en su garganta cuando sintió la mordida en su labio. Por unos momentos se perdió en su actuación y simplemente estaba tentado a tomarlo por el cuello y besarle, pero no. Un buen actor resistía sus impulsos, por más que aquellos le podrían hacer todo mucho más fácil... Porque, justamente, lo que quería era hacerlo difícil. Más divertido así.

"¿Qué tengo planeado hacer? Mh..." Dejó que la tubería se deslizara hasta quedar a un lado de su cuerpo, sus manos eran necesarias para otras cosas en esos momentos. Le apartó un poco, tan sólo la distancia que era necesaria para poder ver todo el rostro del mayor no tan encimado. Dejaba que la mano del otro tocara lo que quisiera de su cuerpo, que disfrutara. Total, todo aquello era para el placer de éste, no para torturarle... Mucho.

Sus manos comenzaron primero por el pecho del ruso, sin importar que estuviera cubierto por toda la ropa que solía llevar normalmente. Subiendo lentamente, trazando la tela... Sus dedos ingeniándoselas para desabrochar de a poco los molestos botones de la camisa que llevaba puesta. Ugh, maldito trabajo. Maldita formalidad. De ser por él, ya le habría desgarrado toda la ropa.

Se detuvieron finalmente en sus hombros, los cuales apretó con cuidado. Una expresión preocupada reemplazaron sus facciones, sus dedos firmes pero no lo suficiente para hacerle daño alguno. "Necesitas descansar y mejorar tu postura, hun..." Suspiró antes de comenzar a trabajar en ellos cual experto. "¡No puedes seguir así! No quiero que luego estés todo adolorido, yeah?"

Masajeaba las áreas tensionadas y apretaba en los puntos que creía que podían estar afectas... Pero había un ligero movimiento del cual el otro no podía percatarse a primera instancia. Un ligero, suave movimiento que ocurría centímetro por centímetro. Por cada ligero apretón en sus hombros, ambas manos se iban acercando al cuello del mayor, lo suficiente para encontrar un lugar cómodo bajo los pliegues de aquella bufanda que quería tanto. Una sonrisa apareció, sus dígitos apenas comenzaron a rozar superficialmente la piel cubierta. El contorno ligeramente agrietado de las cicatrices notándose a pesar de lo suave de su toque.

En ese momento se removió un poco, acomodando su cuerpo bajo al mayor al mismo tiempo que se aseguraba que éste simplemente se amoldara al suyo. Su pierna izquierda se enredó perezosamente a la pierna derecha, cual agarre de boa, negándose a soltarle. "Y tanto sedentarismo de tu parte. Básicamente te la pasas sentado y luego llegas a dormir, y'know?" ¿Desde cuándo Alfred había vuelto a acortar la distancia? No podría saberse. La cuestión es que ahora habían vuelto a estar peligrosamente cerca.

... Ahora era su turno, sacando la punta de su lengua y lamiendo la comisura del mayor con tanto cariño como si se tratara de un gesto que una mascota haría, antes de atrapar los labios de éste con un ligero beso, un roce. No esperaba una verdadera respuesta. Repartió ligeros besos, suaves; Bajando de los labios hasta su mentón, de allí a su quijada. Poco a poco, bajaba un poco más... "Y'know I'm a pretty good nurse, and I know your body like the palm of my hand. Puedo sacar todos tus problemas en un par de horas~" Se detuvo un poco más abajo de su cuello, apartando la tela de la bufanda con su rostro para dejar un simple y casto beso sobre la piel. "Sólo confía en mi palabra de profesional, will ya'?"

Primero, miró desconfiado aquellas manos en sus hombros. Pero que mal podría hacerle? No iba a estrangularlo cuando se distrajera, no iba a clavarle las uñas -aun no al menos- y seguro no iba a apuñalarle. Realmente necesitaba un psicólogo de naciones. Se había sentido tan apuñalado por la espalda cuando vio esas fotos de Alfred con Anya que se había puesto horriblemente paranoico, de mal humor y había empezado a oír una voz que hacia mas de treinta años estaba callada en su mente y que realmente no quería escuchar por que no le decía nada útil.

Mientras el otro rubio se dedicaba a liberar algo de tensión de sus hombros, su mano bajó con lentitud, desabrochando el cinturón de, yankee y alzando una ceja al notar algo "Creo recordar haber leído que son las zorras las que no llevan ropa interior... ¿Acaso estás muy ansioso, Lapushka?" rozó la piel por debajo de su ombligo, tan sensible, con mucha parsimonia, mirando como de a poco Alfred se iba sonrojando. Sonrió, divertido por que costase tan poco avergonzarlo. Puritano hasta la raíz, aunque quisiera hacerse el pervertido.

De pronto, fue su turno de sonrojarse cuando sintió las manos ajenas en su cuelo. Su maldito y horrible cuello, manos bajo su bufanda rozando aquella dura piel producto de heridas que no quería recordar por que fueron causadas. Era una lástima que aquella zona fuera tan horriblemente sensible. Tanto que le hacía suspirar en un principio, suspiros que luego se convertían en claros jadeos placenteros, y luego en gruñidos molestos por 'la falta de acción', que llevaban a que quitara las manos de Alfred de aquella zona y obligase a Alfred a mirarlo, presionando sus labios sobre los suyos

Ladeó la cabeza mientras con su lengua forzaba al otro a abrir la boca, dejándole entrar y automáticamente buscando dominar la lengua ajena, a tiempo que una de sus manos presionaba al rubio por la nuca, bruscamente, y deslizándola hacia la parte superior de su cabeza donde atrapó al pequeño mechón que tantos estragos causaba en los pantalones de Alfred, frotándolo entre sus dedos, tironeándolo y en general, manoseándolo lo mas que podía

Había quedado un poco absorto entre tanto toqueteo que comenzaba a darle. Era adictivo y algo que no podía controlar. Había sido un maldito error el probar aquella piel tan blanca del ruso, el rememorar cómo se sentía en sus labios ya que no habían tenido un encuentro tan... Cercano desde que volvieron a estar juntos. Por lo menos, no nada que se volviera serio. Antes de que se diera cuenta, ya estaba acariciando el cuello del mayor a sus ansias y repartiendo besos por la piel, la bufanda ya siendo descartada en algún lugar sin importancia pero del que procuró que no sufriera alguna clase de daño que pudiera lograr que su esposo luego terminara castigándole de manera poco sexy.

¿Qué? ¿Que Iván le había estado hablando? Creyó haber escuchado algo por lo bajo, un ligero susurro que fue entendido en algún rincón de su mente. No entendió más allá de que seguramente fue un insulto. Un insulto hacia él. Los insultos eran respondidos por gruñidos y mordidas rabiosas en la piel del desagradecido... Pero que luego remediaba besando el lugar que había quedado marcado por sus dientes.

Lo que sí no demoró en notar fue cómo un placentero calor comenzó a recorrer su cuerpo, cada rincón de él. Aquel siempre presente contraste entre su piel y la contraria que simplemente le hacía imposible el acostumbrarse a algun otro toque, ni aunque lo intentara. Manos sudadas, cálidas... Ugh, le sonaba hasta asqueroso. La frialdad que desprendía el cuerpo de Iván era la adecuada, la perfecta para él. Le profería un ligero alivio al calor, al mismo tiempo que lo agravaba por... Su experiencia. Sabía dónde tocar, sabía exactamente qué lugar era el adecuado para comenzar a necesitar de más. La que podía notarse por la manera en la que soltaba pequeños quejidos por lo bajo, algunos jadeos. Su cuerpo removiéndose nerviosamente como si intentara apartarlo, pero al mismo tiempo no. Lo quería más cerca, más.

El beso fue lo que bastó para bloquear momentáneamente cualquier pensamiento, cualquier 'plan', que tuviera en mente. Correspondiendo animosamente y abriendo la boca ni más bien sintió que pedía el permiso necesario. God, yes. ¿Quién podría decir que a él, el Gran Estados Unidos de América, podía disfrutar tanto el ser dominado por alguien más? Y no era cualquier persona. Sólo él, solamente a él podía darle el placer de mostrarse en disfrutando, suspirando, jadeando por más. Rogando por que le siguiera marcando, para que poseyera su cuerpo. Sólo él, porque era lo suficientemente digno para complacerle como ningún otro.

El aire apenas comenzó a llegarle a los pulmones por el beso agitado que tenían, más cuando comenzó a abusar de aquel mechón que el otro parecía amar tironear. Ahora sí era una situación apropiada y se lo permitía, lo que no significaba que no pudiera evitar intentar ahogar parte de sus gemidos, siendo que parte de ellos morían en la boca del otro. Se separó para tomar una profunda bocanada de aire cuando no pudo más, dejando un pequeño hilo de saliva que los conectaba por unos segundos antes de que él lo rompiera al removerse.

... A la mierda el autocontrol, sus manos dejaron el cuello del otro en paz para comenzar a despojarle de su vestimenta por quera completamente injusto que él sólo tuviera un pantalón que le tapaba un poco y el otro estuviera casi vestido en su totalidad. SIEMPRE LO MISMO.

"Ungh... Fuck.." Suspiraba mientras, básicamente, le arrancaba la camisa a los tirones. La pierna que tenía libre se removió hasta encontrarse en una posición adecuada y sumamente incómoda en la que podía utilizar su rodillas para frotar descaradamente el bulto detrás de los pantalones del soviético.

"Es tan gracioso lo... ¿Ansioso? Que puedes llegar a ser, recuerdo que tu fuiste el que quería estar célibe... no es como si me quejara, de cualquier forma" ¿Por que habría de quejarse? Adoraba poder sentir el contacto de aquella piel tan cálida en su frío cuerpo, aquel contraste tan extraño pero tan placentero al cual se había acostumbrado. Mladito Alfred que le había hecho tan adicto a aquel calor corporal que expedía. Para que no rompiera aquella camisa Armani que el mismo le había regalado, ayudo a desabrocharla, observando con diversión la expresión enfurruñada y concentrada del gringo, desesperada, necesitada casi

No le dio ni tiempo a, aunque sea, dejarla colgada en alguno de los postes de la cabecera de la cama, cosa que no se arruinase o algo... Pero no. el señor yankee tuvo que sorprenderlo con aquel contacto de rodilla frotandose contra su ya prácticamente erecto miembro que se presionaba contra la áspera tela. Un gruñido gutural salió de su garganta,haciendo que se mordiera el labio inconscientemente para acallar los gemidos que amenazaban con salir.

"A-asi que esas tienes, d-da?" aprovechando que Alfred ya tenía los pantalones abiertos, coló una mano dentro de sus jeans, semisonriendo al notar la expresión que la otra nación esbozo en aquellos momentos. Y solo había sido un roce. Necesitado, oh su joven amante, tan hormonal. Puso una mano en la rodilla que seguía frotándose contra su pantalón, haciendo que parase antes que lo húmedo en ellos comenzase a notarse aún mas. "Eres tan poco considerado con mi ropa de trabajo" murmuró, mientras aquella mano se deslizaba bajo su rodilla, doblándola hacia su pecho, cosa de que su pelvis quedase levantada

Obviamente, le deslizó el jean hacia abajo, sacándoselo con lentitud pasmosa con una mano, y con la otra comenzando a acariciar su miembro arriba y abajo, clavándole la mirada, queriendo ver como sus azules ojos se nublaban de apoco, o como sus bronceadas mejillas se sonrojaban del placer "te gusta?" preguntó casi burlón, mirando el pantalón a un lado de la cama, separando sus piernas para colocarse entra ellas, y empezando a desabrocharse el cinto, luego el botón y el zipper del pantalón "dime Alfredka, que es lo que quieres, moi malenkii slyuja?"

Si había algo que odiaba más que nada no era el hecho de que con tan sólo una ligera estimulación sintiera las ansias de directamente pasar al acto principal. No, aquello no era nada comparado con la maldita arrogancia del ruso. Esa que le llevaba a hacer preguntas tan estúpidas como aquellas que había dicho ahora y que en verdad se negaba a responder de momento.

Más que nada porque no podía abrir la boca sin sentir la necesidad de jadear o soltar suspiros ansiosos que clamaban para que su maldita mano se moviera con mayor velocidad.

Como parecía que sus reclamos eran ignorados, no pudo evitar comenzar a mover ligeramente sus caderas. Lo suficiente para imponer por lo menos una velocidad más estable y sin parecer demasiado necesitado. No es que no disfrutara de un poco de foreplay, pero el ruso a veces hacía todo demasiado torturoso para sí... Lo que sí, no privó al mayor de las expresiones que hacía. La manera en la que sus ojos le miraban con una lujuria poco escondida y se relamía los labios impaciente. Su boca se sentía seca por tanto suspiro que soltaba, los ligeros gemidos placenteros que sacudían su cuerpo cuando la velocidad aumentaba de repente, dejándole atorado en la garganta el grito desesperado por más.

La pierna que había estado enredada a la derecha del ruso estaba dando un acto de flexibilidad sorprendente. Su pie se deslizaba lo más que podía de arriba a abajo, ayudando a bajarle el pantalón por lo menos hasta las rodillas.

Oh, geez. Gruñó por lo bajo cuando ladeó su mirada lo suficiente para ver el bulto pronunciado que escondía su ropa interior. Sus ansias aumentando ante el capricho de simplemente darle vuelta la posición, atarlo a la cama y probar el maldito miembro con su boca como si no lo hubiera hecho en años ¡La maldita soga debía servirle para algo!

... Wait. La soga. Y las demás cosas que había traído para simple decoración y darle más aire a su atuendo. Una sonrisa apareció en sus rostro cuando tanteó el colchón y encontró lo que quería.

Una digna réplica de una de las mejores armas manuales y automáticas de esa fecha fue llevaba hasta su boca. La punta de su lengua apareciendo para probar lo frío del arma lentamente, de arriba a abajo... Hasta llegar a la punta, donde un ligero sabor a pólvora era notorio, y dedicarse a trazar con ella la salida de la bala. Repartió besos de boca abierta por lo largo del cañón, sus ojos entrecerrados, sus mejillas ardiendo fuertemente... Y con aquellos suspiros placenteros que le ayudaban a realizar el acto.

Rió ligeramente, sosteniendo la pelvs de alfred para que dejase de mover su cadera queriendo obtener mas roce de aquel contacto simple de sus largos y ásperos dedos con su erecto miembro "Quédate quiero, dorogoy. Eres tan joven y tan necesitado..." aún al decir eso, le complació, bajándose los pantalones y dejándolos tirados por allí junto a la ropa que ya estaba desperdigada por el lugar cortesía del needy de alfred "Sabes que me encanta tocarte, lapushka, pero luego te quejas que soy demasiado brusco y poco romántico"

Era todo un espectáculo el ver aquellos sonrosados labios rozando el cañón de aquella arma. Una visión tan peligrosamente excitante desde la primera vez que la había contemplado, hacia ya bastantes años durante la guerra fría, una que otra vez, cuando había logrado poner al yankee en sus rodillas y e había metido a fuerza el cañón del arma semiautomática, y el otro la lamió en ves de sentirse amedrentado, con una sonrisa ladeada que no cambió ni en el momento que había hecho que se tragase la pistola hasta el gatillo. La falta de reflejo del vómito servía de algo, la única vez que tragar tan rápido aquellas horribles hamburguesas habían servido de algo.

Gruñó guturalmente, soltando de improvisto el miembro del otro, y metiéndose tres dedos a la boca, lamiéndolos lo mejor que podía, por que sinceramente no tenia ganas de gastar tiempo en buscar el lubricante, era innecesario, sabiendo que al gringo le gustaba el sexo rudo, y que era un poco de dolor? Nada, ya que los dos eran unos masoquistas en potencia y no tan potencia. "Tengo una idea" soltó de improvisto, recostándose en la cama, y luego tironeando a alfred buscamente, para que quedase enfrentado a su entrepierna "Si te comportas como un buen amerikaniskii, podré hacer esto rápido y pasaremos a lo que mas te gusta. Y no tengo ganas de buscar el lubricante, así que más te vale lamer eso bien"

¿Si se divertía haciendo ésta clase de cosas? Mucho. Demasiado. No había nada más que le gustara que poseer la completa atención de Iván encima de él, aquellos ojos violetas brillando con tanta intensidad, admirando cada movimiento de su boca sobre el cañón del arma con el que trataba con la mano de las delicadezas antes de pasar bruscamente, hasta llegando a introducirlo un poco en su boca para bajar la longitud hasta un poco más allá de la mitad, antes de sacarlo bruscamente y besar el orificio con el sabor a pólvora, que demostraba que tal vez había sido usada recientemente. Ojos entrecerrados, sonrisa ladeada. Su lengua iba lentamente, recorría cada detalle del arma, arriba a abajo cual experto. Su mirada se centraba en el ruso mientras lo hacía una y otra vez cual martirio...

Cuando de repente sintió que ya no había mano que le acariciaba, que Iván se había apartado de él y que gracias al tirón brusco casi se había atragantado con el arma no pudo suprimir una queja y una mordida para nada gentil a una de las piernas de su amante. "¿¡Podrías avisar!? Geez..."

Dejó su arma a un lado y se acomodó su sombrero, bufando disconforme por la repentina aceleración que el ruso dispuso en todo el acto. Siempre iba más lento, parecía tener como afición esperar hasta el momento en el que rogara por tenerle dentro, el bastardo. Oh bueno... Era mejor para él, suponía. Aunque a veces creía que le gustaba un poco de tortura. Un poco. No siempre. Y repetía, creía.

Tomó un poco de aire y, ahora sí, se quitó los anteojos que habían estado molestando desde hace un buen rato. Teniendo en cuenta lo que el ruso seguramente parecía querer que hiciera, ahora molestarían mucho más. Bajó su rostro otra vez, besando superficialmente el lugar donde antes había mordido. Subió de a cortos besos por su pierna, por el muslo, llegando tranquilamente hacia el vientre del mayor donde se detuvo, depositando beso de boca abierta alrededor, mordisqueando suavemente, todo evadiendo a propósito el miembro erecto que parecía estar clamando por atención. Iván siempre hacía lo mismo con él ¿Por qué no podía ser él el que le torturara un poco negándole algo de placer?

“Luego dices que yo soy el impaciente ¿Ni siquiera te puedes tomar unos segundos para ir a buscar un poco de lubricante? De seguro que tienes en el armario, hun.” Comentó, sonando algo ausente por estar más concentrado en otro lado. Sus manos subieron por el estómago, acariciando la fría piel hasta llegar a su pecho con el cual se deleitaba explorar a sus ansias. Le gustaba saber que básicamente podría ser uno de las muy pocas naciones que supieran lo bien formado que era su esposo bajo tanta capa de ropa que traía encima. Pf- y la gente le decía gordo… Mejor. Más para él.

Ahora sí, sus labios fueron bajando lentamente por el vientre, deteniéndose para chupar sonoramente la ligera noción del hueso que daba a entender el comienzo de la pelvis del mayor, para luego seguir bajando cada vez más lento. De manera más tortuosa a medida que se iba acercando… Y a pesar de que la distancia no era mucha, se encargó de disfrutar cada segundo. De apreciar los ligeros movimientos, casi imperceptibles, que habían en el otro cuerpo. Esas sacudidas que daban a entender lo ansioso que podría estar para que llegue.

Y éste era un regalo para él, entonces ¿Para qué seguir negándole aunque sea un poco de placer? Se reacomodó, inclinándose todo lo que pudiera contra su entrepierna y ladeó su cabeza, atrapando con sus labios una mínima parte de la longitud con la cual jugueteó por un rato cual niño curioseando con un juguete nuevo. Sus manos bajaron, acariciando bruscamente el cuerpo del hombre, para acompañarle en el trabajo y ayudarle a facilitárselo sosteniendo ligeramente el miembro con ambas. Una sostenía con un agarre de acero la base y la otra, mucho más delicada, simplemente tomaba la punta y, de paso, jugueteaba con el glande con la punta de sus dedos.

“I… Always try to be a good boy for ya’ and you don’t ever recognize my good actions.” Susurró en un momento en el que alejó apenas sus labios, el aire cálido chocando con el miembro palpitante frente a sí. Sonrió ligeramente y sacó la punta de su lengua. De abajo hacia arriba en un fluido movimiento que terminó tan rápido como comenzó. “At least you could give a reward for this, mh?”