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Los pedidos sensuales de OpiumFace

Vie Feb 03, 2012 1:36 pm por Yao 'PandaFace' Wang

Asdfghg aquí pondré lo que busco rolear, ondi, ahm u//u(?) Y ojalá a alguien le interese. …

Comentarios: 10

Pedidos de la pimp(?)

Jue Feb 02, 2012 8:56 pm por Johan Liebheart

Bueno, vengo a pedir un par de cositas(?). No, nada porno por ahora, sientanse libres de pasarse de …

Comentarios: 3

Ivanna también quiere pedir(?)

Vie Feb 03, 2012 10:35 pm por Kenzo Tenma

Ya que todos hacen lo mismo, por qué yo no? (?) Es una cosa pequeñita nomas

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Mensaje por Kiku 'Konton' Honda Miér Ene 18, 2012 2:54 am

[-Breve introducción.-]

La sangre viajaba de maneras curiosas, que algún día le gustaría comprender.

Por su cabeza pasó como en una tempestad, los oídos le sonaron, se colapsaron y no pudo oír nada por los segundos que duró.

La vista se le fue a blanco, aunque antes de notarlo apretó con fuerza los ojos.

La sangre, contenta bañando su cabeza y confundiendo su cerebro, bajó de vuelta a su cuerpo y sintió un calor temible en cada milímetro de piel.

O no. Fue interior.

Cada capilar sintió las oleadas de sangre bañándolos y llenándolos de tibieza.

De vida.

Por esos segundos, se sintió en éxtasis. Fue casi como un orgasmo, casi igual de intenso, solo que en vez de contraer músculos y sentir espasmos, sintió verdadera energía fluyendo por su cuerpo.

Esa sensación y el orgasmo. Dos situaciones indescriptibles y, observó, tremendamente adictivas.

Cuando abrió los ojos, lo hizo acorde con un suspiro largo y de puro placer.

Tenía la respiración agitada.

Sentía las mejillas sonrojadas.

De a poco recobró los sentidos, la vista, el olfato. Luego vino el sabor, la boca seca.

Con el tacto, ayudó a verificar que sus ojos no le engañaban. Su puño tenía sangre. Abrió los dedos, estiró la mano, los sintió crujir adoloridos en los nudillos.

La audición fue la última en volver, así como fue la primera en marcharse.

Y notó las quejas.

Dios, le sangraba la nariz. Vio perfectamente a quien se quejaba con la mano ensangrentada en la cara, poco hacía para disimular los hilos de sangre escapándose a los lados.

El codo apoyándose en el piso, para enderezarse, le temblaba. Todo su cuerpo se veía frágil. Volvió a abrir su mano, mirando la sangre, y entendió que él era el culpable de esa fragilidad.

¿Lo había…? ¿Había estallado? ¿Un golpe, un golpe a la cara? ¿Había sido tan fuerte, para que cayera hacia atrás…?

Sí, había sucedido. Desde el piso le observaban de manera incrédula.

El tampoco podía creerlo, para ser justos.

¿Cómo se atrevía? ¿Cómo pudo faltarle el respeto así? No se creía capaz, no era capaz de explotar de esa manera…

Pero había sucedido, Kiku había, efectivamente, roto por la presión.

Y no podía ignorar lo grandioso que se había sentido.

沸騰
+ Futtō +

+ Témele a la corriente, al romperse la represa +



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Kiku 'Konton' Honda
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Mensaje por Kiku 'Konton' Honda Miér Ene 18, 2012 4:18 am

[Violencia]

Kiku tomó su mano, la acercó a su pecho, manchó la otra que la acariciaba con la sangre. Intimidado, dio un paso atrás, inseguro sobre dónde dejar la mirada. Frente a él, el chino seguía mirándole de esa manera terroríficamente indignada, una mirada que veía básicamente nunca porque nunca le había faltado el respeto así. Tenían una relación tensa basada en el cauteloso trato del otro, en no mirarse demasiado, en no hablarse demasiado. Era una cordialidad fría que debían de respetar, porque un paso en falso los enviaba de vuelta a recorrer el arduo camino que les tomaba acercarse.

Cabe decir, un golpe era más que tan solo un paso en falso.

“Kiku.” Yao le llamó, pero no hizo caso alguno, le miró nada más y dio otro paso corto hacia atrás. No tenía mucho lugar al cual ir, la sala era pequeña. No era la grande de conferencias del hotel, donde sus jefes habían debatido y sostenido negocios todo el día. Era una sala pequeña, una habitación comunal para entrevistas más personales.

En lo que observaba, era solo la mesa, cuatro sillas, y la ventana de persianas cerradas. Era de noche afuera, y la luz de la única lámpara en la pared de un costado era necesidad. Palpó el interruptor de esta, puesto que su espalda topó con la pared, y cuidó de no apretar el botón. Por primera vez sintió algo de claustrofobia, y miró a un lado rápidamente para asegurarse que la puerta seguía ahí. No huiría, por supuesto. Pero para que su corazón bajara la velocidad, tuvo que cerciorarse.

Escuchó movimiento, y volvió la mirada al otro al verle por fin alejar la mano de la cara. Le vio mirarla con el ceño fruncido, la mueca clara de dolor pero ganándole el disgusto. Acto seguido miró su pecho, el piso, la sangre que manchaba, porque ahora que veía no era la nariz la única manchada de sangre, un labio se camuflaba y perdía sus líneas por el rojo manchándole. Estaba seguro que podía ver ya la hinchazón.

“Kiku.” El otro hombre insistió, encontrándose con su mirada con una rabia que sintió en el tono autoritario y en el brillo de sus orbes. “¿Vas a ayudarme, siquiera?”

No, no quiero acercarme.

Tragó saliva, volvió a mirar la puerta. Yao se movía de a poco, y por unos minutos esperó una respuesta, solo que el japonés no hacía nada. Se quedó tieso con las manos a la pared a sus costados, como cable a tierra, incapaz de acercarse. Solo pudo mirar su resignación y sentir las mínimas quejas que escuchó solo por el silencio del cuarto. Yao se puso de pie con ayuda de la silla donde estaba previamente sentado, la cual volvió a levantar una vez que alcanzó a sujetarse de la mesa. Kiku lo observó todo el tiempo, como sonó un hueso quizás de sus rodillas estirarse, como se llevaba cada tanto la mano al rostro por si seguía sangrando. ¿La camisa, el traje? Totalmente arruinados, a ese ritmo.

Fue cuando le volvió a mirar, de frente ahora ambos de pie, que sintió el instinto de salir corriendo.

¿Por qué nunca escuchaba a sus instintos?

Su rostro estaba herido. Y por algo que él había hecho.

Yao no había querido cerrar la boca. Parloteó constantemente sobre sus logros, sobre cómo la reunión de ese día había resultado en algo aparentemente bueno para él, o sea, nada. Los líderes nunca se ponían de acuerdo, y por provechosos que fuesen los tratados económicos, seguían chocando en lo político, en los aliados comerciales de Japón, en su postura referente a temas polémicos con el gobierno chino.

El chino consideraba todo esto gracioso, casi como si ignorara que ambos perdían ganancias por no lograr avanzar. Para Yao era una victoria reírse que nunca podrían ponerse de acuerdo, que nunca lograrían nada juntos, que Kiku no era merecedor de un socio comercial tan bueno si seguía anclado a los pobres y endeudados occidentales, y de paso, que qué bueno estaba el sake, que era lo único bueno que había probado en su estadía en el hotel que los recibía, y que era una lástima que tuviera que quedarse hospedando como nación con el resto de los políticos.

“Por lo menos tengo habitación aparte.”

¿Tal vez había sido eso lo que lo desesperó?

Yao siempre había sido así, en todos los años que lo conocía. En la vida que lo llevaba conociendo. No tenía mucho filtro para el gusto del japonés y su tono de voz empeoraba aparentemente con cada trago del alcohol que él con suerte tocaba.

No podía culparlo por su reacción si apenas había bebido un vasito en comparación.

Y así el chino siguió y siguió hablando, siguió riéndose cuando Kiku no le seguía el juego y era directamente una burla a su lado. Pero lo había aguantado. Siempre lo había aguantado y nunca había visto callar a Yao. Excepto claro, otros momentos que se negaba a recordar, pero… En ese instante, si volvía minutos atrás, en el instante donde pensó por primera vez cuánto amaría callarlo, fue que recordó que la única forma en que lo vio guardarse las palabras fue cuando un cuchillo las sujetaba a través de su cuello, en la garganta.

La imagen era vívida y real en sus ojos. Lo había sido antes al recordarlo, y lo era ahora.

Especialmente cuando despertó de sus pensamientos y encontró el mismo rostro ensangrentado frente a él.

“Espero estés contento.” Yao habló al fin, su voz era otro tipo de cable a tierra que le jalaba a apegarse al piso. Le vio arreglar su chaqueta, al tiempo que corría la silla donde antes estuvo sentado él, peligrosamente cerca de su lugar contra la pared. No quería que se acercara.

Por favor, que no se acercara.

“Porque esto no se quedará aquí, Kiku.”



¿Había sido una amenaza?

Sintió el aliento pegado en su garganta, no quería avanzar, no quería dejarle respirar. Yao le miraba, aún cauteloso y resentido, y caminó necesariamente hacia él para rodear la mesa. Apenas sí le miró por sobre el hombro cuando se acercaba a la puerta, la mesa olvidada ya y su atención fija en abandonar el lugar.

Lo diría.

Fue el fugaz pensamiento, y sintió que sus pies se movieron más rápido que su cerebro.

La puerta ni alcanzó a abrirse, Yao tan solo había alcanzado la manilla cuando fue jalado violentamente hacia atrás. Atento esta vez atinó a levantar los brazos y cubrirse la cara de lo que fuera, pero esa vez no fue un puñetazo, fue una silla la que le golpeó el costado y lo hizo terminar contra una pared y al suelo. Los sonidos fueron sus quejidos de sorpresa más allá del dolor, la silla crujiendo y parte de ella como las patas desarmándose. Se escuchó un jadeo repentino, y más quejas ahora sí claramente adoloridas cuando la madera de la silla resonó contra la cabeza del otro.

Y otra vez, con una de las patas.

Y otra, con otra que quedó a su mano.

Yao se habría defendido, atinando a los golpes con un solo movimiento para quedar de pie. Pero en lo que se levantaba, el respaldo pesado de la silla le sorprendió por arriba y azotó contra su cabeza.

El crack fue dolorosamente audible, pero inexistente para Kiku.

Porque nuevamente, cuando dejó caer el respaldo frente al cuerpo tembloroso de Yao, recién volvía el tacto, el olfato, la vista, el sabor, y la audición.

Y otra vez, se sintió tremendamente bien.

Dejó caer los hombros, resignado, porque mientras sabía del mal de lo que hacía…

Cuando pensaba en ello, la sensación mejoraba. Y supo entonces que no tendría vuelta atrás.



[Pondré arriba las advertencias de cada trozo que suba.]
[Hay muchas más cursivas entremedio, pero se resetea el formato y solo remarqué lo necesario. Críticas welcome.]

Kiku 'Konton' Honda
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