El sabor de la victoria no siempre es dulce. [Alfred B.]

Francis suspiró, mientras miraba sol hundiéndose en el horizonte, sentado en exterior de la casa del joven y flamantemente independiente Alfred. Habían ganado, ¿no?. ¿Por qué estaba tan pesado el ambiente?. Probablemente se debiera a la turbación de Alfred, al que parecía haberle shockeado ver a Arthur derrotado y hundido. Francis lo había visto así ya, así como Arthur lo había visto hundido a él.

Entró a la casa, dejando ya de pensar, y se puso a buscar al país, preguntandose donde estaría. Llamó por las habitaciones, pensando que tal vez debería cocinar una enorme cantidad de dulces para él.

-Amérique~ ¿Dónde estas, Chérie?-

No es que se encontrara desanimado ni nada por el estilo ¿Cómo podría estarlo? ¡Su independencia al fin había llegado, luego de tantos años de luchas y bajas por parte de su gente que se había sacrificado por él! La palabra 'desanimado' no debería siquiera pasar como idea del por qué se encontraba... Así. No raro, ni deprimido. Sino... Justamente, así.

Ese 'así' que le llevó a un estado de ensoñamiento mientras, en sus manos, reposaban tranquilamente unos soldados ingleses de madera. Hechos a mano y que se notaban que le habían colocado bastante dedicación. Algo malgastados... Pero nada que un poco de limpieza pudiera solucionar ¿verdad?

Suspiró y dejó los soldados a un lado para colocarlos con cuidado dentro de un baúl, juntos con varias cosas más. Necesitaba deshacerse de ellas... O por lo menos, mantenerse alejado. Tomó varias cosas más, sin detenerse a mirarlas, mientras continuaba arrojándolas dentro.

Se sobresaltó de repente cuando escuchó la repentina voz del francés en su hogar. Tanto que básicamente se golpeó la cabeza contra el borde de un mueble que provocó que varios objetos cayeran encima suyo.

"F-France? Hey, over here!" Si el ruido no había dado a conocer su ubicación, se aseguró con ello.